Gracias a los tejados al verdín y a la pausa
Gracias a las palabras al humor y a la rueda
Gracias a las montañas al azul y a la taza
Gracias a las caricias al perol y a la lluvia
Gracias a las semillas al furor y a la calma
Gracias a las esquinas al fulgor y a la escarcha
Gracias a las polillas y al jardín de la casa
Gracias a las terrazas y a la música en vena
Gracias a las cerillas al colchón a los juegos
Gracias a las farolas a este banco en la plaza
Gracias a la verbena donde sueña mi árbol
Gracias a la madera de tu violín de viento
Gracias a la fisura por donde me despego
Gracias a los pulmones a los pies y a los ojos
Gracias a los caminos al calor y a los huesos
Gracias al corazón a la piel y a las manos
Gracias por este blanco sobre el que estoy desnudo.
Gracias por este espacio allá donde me nieve
porque el tiempo es un copo de lentitud vivida.
Felipe Bollaín.
lunes, 30 de marzo de 2009
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