miércoles, 13 de mayo de 2009

Torear a Sevilla / Fábrica de ladridos

HAY QUE TOREAR A SEVILLA

Le sobra mucho miedo
para ser una bestia.
Le falta mucho negro.
Creo que hay que torearla
como si fuera un toro
para que no le duela.

Desilusión de sangre.
Quiero saber mucho más
de lo que me ha enseñado.
En todas las ciudades
me ocurre lo mismo:
si no hay luz
si no hay árboles
si no hay gorriones
si no hay gente…
me estoy muriendo.
Sevilla es como un padre
autoritario y orgulloso,
como una madre
condescendiente y guapa
pero ante todo es huérfana
de ciudades.

Sevilla es mucho más que mi rabia pero mi rabia es Sevilla.

Vivimos como la mosca
que gravita el encierro.
Visitamos tristezas de paisaje
que saben a cristal olvidado.
Vivimos como la mosca
que cruza el campo de batalla
en busca del azúcar,
nos relamemos las mentiras pegajosas,
la miel podrida de todos los planetas,
hasta que llega el día y esa mano
-la que tanto se alzó para apoyarnos-
ahora se tambalea, se arrepiente,
se retuerce, se derrumba y nos aplasta.



FÁBRICA DE LADRIDOS

¿Aquí, en Sevilla,
quién construye sus casas con ladridos?
¿Quién visita su orgullo de mansión solitaria?
¿Quién camina por calles de denuncia?
¿Quién desvirga belleza sin ser visto?
¿Quién trabaja de estrella a estrella en su gazpacho?
¿Quién escupe la sangre que se traga?
¿Quién decapita capirotes de miedo?
¿Quién habita su olor a desamparo?
¿Quién llora en sus carnavales?
¿Quién destroza sus perchas?
¿Quién va al suelo conmigo?
¿Quién pone en duda lo que siempre fue injusto?
¿Quién inventa ventanas?
¿Quién me duerme la siesta?
¿Quién me arrima los versos?
¿Quién me invita a una fiesta?
¿Quién me saca de aquí?


Dos poemas de Felipe Bollaín.

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